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LAS RELIGIONES EN EL SIGLO XXI

En el siglo XXI, las religiones intentarán emprender un proceso en donde las religiones fragmentadas se unificarán y facilitarán la conformación de polos para adquirir una posición más fuerte para enfrentar a otras religiones, iniciando un proceso de diálogos interreligiosos en miras a la conformación de polos y alianzas. De esa manera, del mismo modo en que la globalización ha forzado un proceso de desanclaje religioso, también está forzando los diálogos inter-religiosos. Sin embargo, este diálogo no se llevará a cabo de manera multilateral, tan solo se dará entre algunas religiones que buscan la conformación de polos para hacer frente a otras religiones. Del mismo modo, el diálogo y la conformación de polos se facilitará entre religiones con un alto nivel de semejanzas entre sí. Por ejemplo, el diálogo entre las diferentes denominaciones cristianas resulta más factible que el diálogo entre religiones muy diferentes entre sí, como por ejemplo el Judaísmo y el Shintoismo. 

El diálogo inter-cristiano resulta más factible que el diálogo con otras tradiciones religiosas en tanto las denominaciones cristianas comparten una tradición histórica común, y sus diferencias teológicas no son de gran envergadura en comparación con otras tradiciones religiosas. En este sentido, se facilita el acercamiento entre religiones que ya tienen resuelto discusiones teológicas fundamentales, comparado con religiones no cristianas, cuyas diferencias teológicas son mucho mayores. En el proceso de diálogo interreligioso, por su parte, se reconocen varios niveles. Para poder entablar un diálogo, las religiones deben dejar a un lado los conflictos que aún las mantiene enfrentadas con otras religiones. 

Ningún acercamiento o conformación de polos o alianzas religiosas puede ser lograda entre religiones que aún se mantengan enfrentadas. Muchos de los enfrentamientos interreligiosos obedecen a contextos históricos y políticos diferentes a los actuales, y de ese modo, la reconciliación entre religiones se facilita. Por ejemplo, el Cristianismo Ortodoxo y el Catolicismo estuvieron enfrentados por siglos. Sin embargo, hacia finales del siglo XX, el contexto histórico y político en el cual había surgido el conflicto ya no era el mismo, y la reconciliación y el mutuo perdón entre ambas religiones se está efectuando, facilitando las condiciones para un posible diálogo. Así como las condiciones políticas entorpecen los diálogos interreligiosos, también los facilitan. 

Diversas religiones con marcadas diferencias con respecto a su sistema de creencias y prácticas pueden alcanzar un acercamiento gracias a las condiciones políticas externas. Dado el poder de la religión como instrumento político, pueblos con diferentes religiones pueden aliarse para hacer frente a enemigos comunes a través de la conformación de alianzas. Tal es el caso del Cristianismo y el Islam en el Medio Oriente, que a pesar de sus diferencias y enfrentamientos en otros contextos históricos y geográficos, estas religiones se han acercado significativamente para hacer frente a un rival común: el Judaísmo y los actores políticos que lo utilizan como instrumento político. De igual modo, autoridades seculares y expresamente ateas pueden abrir diálogos con religiones que en épocas anteriores han enfrentado. Por ejemplo, el Partido Comunista Chino se ha aliado al Cristianismo en esa nación para hacer frente al Budismo, especialmente al tibetano y su líder el Dalai Lama, debido a la amenaza que éste representa tanto para el Partido Comunista como para el Cristianismo en esa nación. Las religiones han adquirido una conciencia en cuanto a las identidades religiosas se refiere. 

Con la modernidad y el proceso de secularización, las dimensiones teológicas están siendo desplazadas a un segundo plano por las dimensiones políticas. De ese modo, a la hora de conformar polos, las religiones se acercan entre sí por medio de diálogos políticos más que religiosos. Por ejemplo, los acercamientos entre el Islam Shiita y Sunní se han llevado a cabo fundamentalmente por medio de instrumentos políticos. 

El diálogo entre estas religiones no se ha concentrado en esfuerzos por unir o hacer uniforme su sistema de creencias, sino en unir su jurisdicción política. Las autoridades Sunníes han cedido su poder para permitir la entrada de las autoridades Shiitas en el escenario político, y de esa manera han logrado emprender una unificación política de ambas religiones, constituyendo un paso fundamental en la conformación de un polo islámico. 

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